LAS
BIENAVENTURANZAS
Por:
Maurice Nicoll
A
través de todo el Sermón de la Montaña, Cristo habla de aquello que conecta al
hombre con otro orden de vida, y acerca de los medios por los cuales la fuerza,
o la dicha, de este nivel
superior puede llegarle.
En
las Bienaventuranzas dice:
"Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán hartos".
DICHA
Ser
bienaventurado significa lograr esta dicha.
Denota
un estado efectivo de conciencia que se puede obtener, y no un mérito abstracto
ni un asiento a favor de uno en algún libro de contabilidad moral.
Originalmente
los griegos utilizaban esta palabra para describir el estado de los Dioses.
En
este pasaje, tener hambre y sed de justicia se refiere a una justicia diferente
de la propia justicia que sólo se considera a sí misma y a su particular
objeto.
PERDERSE
Para
hallar esta otra justicia el hombre tiene que "perderse", o sea que
tiene que perder todas las ideas que posee sobre sí mismo, acerca de su propio
valor, de su mérito personal.
Estudiemos
el significado de un pasaje que se refiere a esta idea de "perderse".
ESCÁNDALO
Ocurre
en la descripción del incidente en el que Cristo se vuelve de pronto sobre
Pedro y le llama "escándalo" porque siempre tomaba lo que se decía en
términos de bienes terrenales.
Pedro
mezclaba las cosas de diferentes niveles.
No
entendía el significado de no permitir que la mano izquierda supiese lo que
hacía la derecha.
Mezclaba
en su mente la enseñanza de Cristo con las "cosas de los hombres".
Cuando
Cristo anunció a sus discípulos su propia muerte, Pedro le dijo: "Señor,
ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca".
A
lo cual Cristo le dijo: "Quítate de delante de mí, Satanás.
Me
eres escándalo porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los
hombres".
Esto
demuestra por qué razón recibe el calificativo de Satanás.
He
aquí una de las definiciones del significado que los Evangelios dan a Satanás.
Es
el mezclar diferentes niveles de pensamiento, ya que acá entender denota pensar.
NIÉGUESE
Luego,
Cristo dice: "Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque cualquiera que quisiere salvar su vida la
perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa mía, la hallará" (Mat. XVI, 24, 25).
En
el original de este pasaje, "vida" significa "alma".
El
hombre tiene que perder su alma.
Cuando
se dice que un hombre tiene que perder su vida, se interpreta algo más completo
que la muerte física.
En
Juan, Cristo dice: "Nadie tiene
mayor amor que éste, que ponga alguno su vida por sus amigos" (Juan
XV, 13).
Pero
en el original encontramos la palabra "alma" y no la palabra
"vida".
El
hombre tiene que perder su alma; y está la definición suprema del amor consciente.
Tiene
que poner a sus amigos (en griego, esto significa literalmente aquellos a
quienes uno ama) en su lugar.
En
este pasaje Cristo habla acerca de lo que significa en términos de obediencia
al que él enseña.
Un
siervo, dice, obedece a su amo aún cuando no sepa lo que el amo quiere
significar.
Pero
un amigo es alguien que comprende, y obedece en virtud de la comprensión.
Por
eso dice: "Vosotros sois mis amigos".
Son
sus amigos si obedecen el orden de Verdad de que habla Cristo.
Obedecer
es obrar por encima de los propios intereses, colocar algo por encima de
ellos.
Y
un hombre no puede perder su alma si es que únicamente entiende las cosas de
los hombres.
El
alma del hombre puede estar relacionada a un nivel superior o inferior.
UN
PLANO SUPERIOR
El
hombre debe perder su alma con relación al nivel inferior de sí mismo, para
poder encontrarla en un plano superior.
Sólo
entendiendo el doble sentido de la frase "perder el alma" es que
diversas cosas de los Evangelios acerca de ella pueden comprenderse.
Tomemos
como ejemplo la frase: "Porque ¿de qué aprovecha al hombre si granjeare
todo el mundo y perdiere su alma?"
Al
ganar el mundo, al solamente entender las cosas de los hombres, el individuo
pierde su alma respecto a una posible evolución interior.
Preciso
es recordar que todo lo que se dice en los Evangelios se refiere a la evolución
interior cuyo resultado es el logro del reino de los cielos.
El
alma de una oruga no se halla al mismo nivel que la de una mariposa, y así la
oruga tiene que perder su alma para poder hallarla nuevamente.
Al
permanecer como oruga, salva su alma de tal; sin embargo, la pierde en otro
sentido, o sea que no tiene oportunidad de transformación; y al aferrarse a sí
misma como lo que es, pierde todo cuanto pertenece a aquello que puede llegar a
ser.
Y
en vista de que el hombre también es susceptible de una transformación o de un
renacimiento, su alma también es doble en el mismo sentido.
Puede
conservarla y permanecer tal cual es, pero al hacer esto la pierde con respecto
a su verdadero destino.
O
bien puede perderla al no permanecer tal cual es, para luego hallarla
nuevamente en otro nivel de su evolución interior.
Así,
el alma constituye una potencialidad.
No
es una cosa fija, sino tanto lo que el hombre es como lo que puede llegar a
ser.
Al
traducir la palabra "vida" por "alma" en el pasaje que dice
que nadie tiene mayor amor que poner su vida por sus amigos, lo correcto es
entender que la palabra "vida" no significa la vida física, la
existencia corporal, sino aquel nivel de sí mismo en el que se halla el hombre.
Es
preciso entender que la vida del hombre no es la exterior de su cuerpo físico,
sino todo cuanto piensa, todo cuanto desea, todo cuanto ama.
Tal
es la vida del hombre, tal su alma.
Esta
es la imagen de la vida.
Comenzar
a pensar, sentir, desear y amar diferentemente.
Es
decir, puede cambiar la relación hacia sí mismo de modo que todo cuanto lleva
en sus pensamientos, todo aquello a lo que cedía en sus deseos, y en breve todo
aquello que una vez le pareció cierto y que sintió como bueno, puede cambiar.
Si
esto sucede, el hombre tiene una nueva relación hacia sí mismo.
Comienza
a cambiar la vida que lleva dentro de sí.
Como
ya se ha dicho, esto es lo que significó Cristo al decir:
"No
penséis que he venido para meter paz en la Tierra, sino espada.
Porque
he venido para hacer disensión del hombre con su padre...
Y
los enemigos del hombre serán los de su casa".
El
hombre que a través de la enseñanza del Verbo,
o sea a través de un orden de Verdad que corresponde a un nivel
superior, comienza a pensar de un modo diferente y a sentir de una manera
distinta, y a ver su propósito y su significado también de una manera distinta,
ya no puede ceder a todo cuanto anteriormente pensaba, sentía y deseaba y se
proponía; porque aquello a lo que consiente el hombre, eso hace su vida; y esto es su alma.
Su
casa, o sea él mismo, tiene que sufrir un trastorno.
No
puede permanecer en paz consigo mismo.
Tiene
que perder la antigua relación hacia sí mismo, y esto quiere decir que debe
perder su alma por cuanto el alma es la vida del hombre como una totalidad, y
la vida del hombre es aquello con lo que se relaciona en sí mismo y llega a
ser aquello que cree como verdadero y justo, como también aquello a que cede
pensándolo deseable; es aquello a lo que sirve en sí mismo, lo que imagina que
es justo, lo que considera que es bueno.
De
tal manera que "se hace posible entender que "poner la vida"
significa dejar de vivir como uno siempre lo ha hecho, y comenzar a vivir de
una manera diferente.
Y
esto en forma alguna significa ser muerto.
COMENZAR
A VIVIR
La
verdad es que denota todo lo contrario, significa comenzar a vivir.
A la vez,
significa que el alma tiene que perderse,
pues de otro modo la transformación se hace imposible, tanto más cuanto se
entiende que el alma es aquello a lo que un hombre se ha aferrado con la mente,
con sus deseos y que hasta el momento ha considerado que era él mismo.
Cuando
Cristo habló a sus discípulos acerca de los sufrimientos que tenían que
sobrellevar cuando enseñaran el Verbo,
les dijo:
PACIENCIA
"El
que soportare hasta el fin, éste será salvo", o sea que en la paciencia se
gana el alma.
El
equivalente griego de la palabra paciencia es "quedarse atrás", y se
le puede interpretar como no seguir con los propios deseos, no ir consigo
mismo.
Por
este medio un hombre puede perder su alma en un nivel y volver a encontrarla en
otro.
Hasta
aquí podemos comprender que el alma de un hombre puede estar en potencia, o sea
por su propio poder, relacionada a un nivel superior o inferior en sí mismo.
A
fin de que pase de un nivel
inferior a uno superior, en si mismo, su alma tiene que cambiar en lo que se
refiere a aquello a lo que el hombre se relacione.
Si
el hombre cambia de condición en sí mismo, así también cambiará su relación, y
su alma cambiará.
De
todo esto podemos empezar a colegir que el alma de un hombre no es algo hermoso o ya hecho, sino algo que
se va formando en él mismo conforme a lo que es su vida, y eso es
verdaderamente toda su vida, la
imagen de todo cuanto ha pensado, sentido y hecho.
Maurice
Nicoll
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