LA
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR PARTE 1
Por:
Maurice Nicoll
Ahora
hemos de pensar acerca de la extraña idea de que se siembra a los hombres de
diferentes modos en la tierra.
Hemos
de pensar a la luz de lo que dice la parábola según Mateo.
Citaré
una vez más la primera parte:
He aquí, el que sembraba salió a sembrar.
Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al
camino; y vinieron las aves y la comieron.
Tras
haber contestado la pregunta que le hicieron los discípulos de por qué hablaba
en parábolas, y tras haberles dicho que a -ellos les era concedido saber los
misterios del reino de los cielos, Jesús agrega:
Oíd, pues, vosotros la parábola del que siembra.
Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no
entendiéndola, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; este
es el que fue sembrado junto al camino.
La
última frase es muy extraña: 'este es el
que fue sembrado junto al camino.'
Extraña,
porque significa que al hombre se le siembra de diferentes maneras en el mundo.
Es
decir, no todos tienen la misma oportunidad de entender lo esotérico.
Ya
Jesús ha dicho que la multitud, las gentes, no pueden saber de los misterios
del reino de los cielos, pero que sí pueden saberlo los discípulos.
Les ha
dicho: 'Mas bienaventurados vuestros ojos porque ven; y vuestros oídos
porque
oyen', (V. 16).
Esto,
por cierto, no se refiere ni a ojos ni a oídos materiales, no se refiere a los
órganos de los sentidos.
Los
ojos significan la percepción interna, y los oídos, capacidad para percibir con
las emociones.
La
mente es lo único que puede reconocer la verdad de una cosa, y las emociones
pueden medir su valor y bondad.
Pero en
su propia interpretación de esta parábola Jesús destaca la idea de que sólo
unos cuantos entre muchos pueden captar y seguir su enseñanza.
Y
define clases o categorías de gentes.
La
primera es aquella que oye la palabra (la
enseñanza de las ideas esotéricas, la idea del hombre consciente y la de la
propia evolución hacia el estado que se llama el reino de los cielos y que es
el círculo consciente de la Humanidad) y
que no
entiende nada.
Lleva
ojos y oídos abiertos a la
vida, a las cosas de los sentidos.
O sea
que intelectual y emocionalmente sólo saben del mundo.
Pero no
tienen la culpa de ser así.
Se dice
que éstos son los sembrados junto al camino.
Yacen
por entero en la vida.
Como lo
dice la enseñanza de Sócrates, estos hombres están pegados a los sentidos.
Las
ideas que van más allá de los sentidos les están vedadas porque sólo pueden
pensar natural, literalmente, en términos de las cosas.
Este es
un hecho que se acentúa mucho en el lenguaje de las parábolas que estamos
estudiando.
La
versión de Lucas (VIII, 5) dice: "Uno que sembraba salió a sembrar sus
simientes; y sembrando, una parte cayó junto al camino y fue hollada, y las
aves del cielo la comieron."
Ha de
notarse que esta versión agrega una frase a la que se da en Mateo; una parte
cayó junto al camino 'y fue hollada'.
¿Qué es
esto de hollar?
Se
huella con la planta del pie.
El
hombre toca el mundo material, el que registran sus sentidos, con la planta del
pie.
Y en el
lenguaje de las parábolas esto significa el nivel más literal, natural, externo
y sensual de la mente humana.
Se
refiere a la mente que piensa apoyándose en lo externo.
EL RITO
DEL LAVADO DE PIES:
El rito
del lavado de pies significa haber lavado la mente, haberla librado de las
taladas de los sentidos, de lo aparente.
En Juan
(XIII, 17), tras haberles lavado los pies, Jesús dice a sus discípulos: 'Si
sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
Pues si
yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis
lavaros los pies los unos a los otros.
Porque
ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
De
cierto, de cierto os digo: el siervo no es más que su señor, ni el apóstol es
mayor que el que le envió.
Si
sabéis estas cosas bienaventurados seréis, si las hiciereis.'
Pero si
el hombre no piensa ni entiende sino lo que le muestran los sentidos, no puede
lavar su mente natural.
Todavía
no puede pensar ni entender lo que tratan las ideas esotéricas.
Es
necesario tener presente en todo momento que el esoterismo comienza partiendo
de algo que los sentidos externos no
muestran.
Proviene
de lo invisible en uno mismo.
No
empieza con la observación del mundo exterior, sino con la observación de sí mismo, con el mundo invisible que cada cual
lleva en sí.
Creo
que os haría mucho bien procurar daros cuenta de lo que aquí se quiere decir
con que la propia observación no es asunto de los ojos físicos, ni del oído
físico, ni algo que se ha de palpar.
Es un
asunto interno, que dista mucho de los sentidos.
Cuando
Cristo dijo (Lucas, XVII-20): 'El reino de Dios no vendrá con advertencia', se
refirió a que no es cosa de los sentidos, no es algo que podamos advertir por
fuera, sino algo interno, un estado de evolución interior por sobre nosotros, o por encima de
nosotros, y en nosotros, en la escala vertical del posible conocimiento del
ser.
Esta
escala comienza con la propia observación a la luz de las ideas de la enseñanza
esotérica.
Entonces
se empieza a entender por qué, siendo uno tal cual es, el reino de los cielos
es inalcanzable y se necesita un largo período de trabajo en sí mismo antes de
poder siquiera soñar con semejante logro.
¡Cuan
lejos estamos del Reino de los Cielos! Pero ¡cuan maravilloso es comenzar a ver
el camino que hacia él conduce!
Y esto
es lo que las ideas esotéricas pueden mostrar a quien las busque y atesore.
Cosa
maravillosa es comprender que la bondad maquinal no puede conducir sino a la
maldad maquinal.
Y
también es maravilloso darse cuenta de lo que significa luchar contra la propia
maquinalidad.
Volvamos
a la idea de la palabra "Hollar".
Si
interpretamos los pies como el nivel natural y literal del hombre, lo que toca
la tierra, podremos advertir el significado de "junto al camino".
La
semilla que cae junto al camino es hollada.
¿Qué
significa esto de estar "junto al camino"?
En un
sentido psicológico significa aquel punto en que la vida trafica en nosotros
con todos los pensamientos maquinales.
Es todo
el aspecto maquinal del ser vuelto hacia la vida, hacia los sentidos.
Es
imposible que esta parte maquinal, esta parte que obra maquinalmente apoyada en
cosas de la vida, comprenda las ideas esotéricas.
Si
tales ideas caen en la parte maquinal, caen "junto al camino".
O sea
en un lugar incierto, tal vez muy útil para vivir, pero del todo inútil para el
propio desarrollo.
Debemos
recordar que el hombre ha de ser capaz de pensar en varias y diferentes
categorías.
Tiene
que pensar en los asuntos de su propia vida.
Tiene
que pensar también en las ideas esotéricas.
Pero no
debe pensar en sus asuntos y en las ideas esotéricas en la misma categoría, como si fuesen iguales.
Debe
aprender a conocer y a advertir que son de diferente calidad.
Y si no
puede captar esta diferencia es porque carece de centro magnético.
El
esoterismo trata acerca de la vida en el mundo, pero no es del mundo.
Su
fuente no está en la vida del mundo.
Si lo
estuviese podría sacaros del mundo, elevaros por encima de la maquinalidad.
¿Cómo
podrá lo del mundo elevaros sobre el mundo?
El
esoterismo es una soga, por encima de la vida del mundo.
Y el
centro magnético en el hombre significa el poder de distinguir entre las
influencias que se originan en la vida y las que tienen
su
origen en los hombres conscientes, que están fuera del mundo.
Por
ejemplo, el hombre ha de saber distinguir las noticias deportivas, las noticias
de la guerra, etc., y las ideas esotéricas.
No debe
permitir que se contradigan o se destruyan entre sí.
Si
carecéis del sentido de escala —y el sentido de escala es un modo de tener
centro magnético—, entonces todo os parecerá contradictorio por la sencilla
razón de que no habéis puesto las cosas en su debido lugar, a su nivel debido,
sino que las habéis mezclado todas en el mismo plano.
Es
decir, no sentís el brazo vertical de la señal de la cruz que representa
distintos niveles y categorías diferentes, superiores e inferiores, más
conciencia o más maquinalidad.
Y
recordad que si queréis morar en planos más conscientes en vosotros mismos,
sólo podéis llegar a ellos, primero, mediante la atención dirigida.
Todo el
propósito del esoterismo es haceros, antes que nada, más conscientes, más
avisados de lo que pensáis, sentís y hacéis.
El
objeto es hacernos vivir en los aspectos más conscientes de nuestro ser y que
en la mayoría de las gentes son como las habitaciones desocupadas de una casa.
La propia
observación es un acto de atención interior.
El
propósito esotérico consiste en elevarnos en la línea vertical del ser.
Por
consiguiente, el centro magnético es lo que proporciona al hombre su primer
sentimiento de lo alto y bajo de las cosas, de lo íntimo y de lo externo.
Y le
relaciona con la idea de la escala vertical de todo, aunque al comienzo esto
sea vago.
Pues lo
vertical es lo interno, y lo elevado en la escala vertical es lo íntimo del
hombre.
Viene a
ser como una máquina que asciende o desciende.
Quien
posee un centro magnético no solamente captará lo literal y lo natural, sino
que también captará el significado de lo que yace sobre el nivel literal o
natural.
Esto
es, logrará entender el
significado interior, aparte
del exterior.
Tal es
el punto de partida en la evolución humana.
El
hombre que no posee esta máquina es uno de los sembrados en el mundo y que
oyendo las ideas esotéricas no saca ningún provecho de ellas.
Notad
entonces que la primera categoría o clase de gentes a que se refiere la
parábola es la que carece de centro magnético.
Se dice
muy expresamente que fueron sembrados "junto al camino".
La
versión de Lucas lo expresa más vigorosamente.
Presenta
a Cristo diciendo de ellos: "La simiente es la palabra de Dios.
Y los
de junto al camino, éstos son los que oyen y luego viene el diablo y quita la
palabra de su corazón, para que no crean y se salven."
Tomad
nota de la frase: "para que no crean y se salven." ¿Qué significa
esto? Que no todos pueden ser salvos.
La
"palabra de Dios" es la enseñanza esotérica.
O sea
la enseñanza que trata de los medios de la propia evolución, de aquello en lo
que uno ha de pensar para evolucionar en sí mismo hasta aquel grado o nivel de
ser consciente que se llama el Reino de los Cielos.
A esta
altura se hace necesario captar el sentido de una analogía.
Hay un
antiquísimo aforismo hermético:
"Como
arriba, así es abajo."
Esto
significa que todas las cosas llevan el sello de las leyes que rigen el
universo creado.
Lo que
se da en gran escala también se da en pequeña escala.
Como
arriba, así es abajo.
También
hay una analogía en el cuerpo humano.
En sí
mismo, el cuerpo humano representa la idea del hombre consciente y del hombre
maquinal.
Con
relación al resto del cuerpo, las células cerebrales, tan ocultas y aisladas,
representan el círculo de las células conscientes con relación al resto del
cuerpo.
Comparadas
con otras células, las cerebrales son inmortales.
Si
todas las células tratasen de ser cerebrales, o sea si tratasen de evolucionar
hasta alcanzar ese nivel, el cuerpo se destrozaría.
Dejaría
de ser un cuerpo, cesaría de funcionar como tal.
Pero de
entre los miles de millones de células que hay en el cuerpo, pueden huir unas
cuantas sin desorganizar nada.
Lo
mismo ocurre con respecto a la vida de la Naturaleza, que es un gran cuerpo.
Hay
ciertas células, y éstas son seres humanos, capaces de huir de sus leyes sin
perturbar sus funciones generales ni su propósito.
Si se
pondera esto, puede captarse lo que significa.
Pero
aquí es menester añadir algo: el número de los que en determinado momento pueden huir de su servidumbre a la
naturaleza es superior a los que tratan
de hacerlo.
Este
pensamiento ayuda a entender la situación.
De otro
modo las gentes, en cuanto se enteran de esta explicación y no tratan de ver lo
que significa, piensan que no es justo.
Y bien
sé que algunos de vosotros ya pensáis más o menos así:
'Esta
cita de Lucas dice que viene el diablo y se lleva la semilla para que no crean
y se salven.
Parecería
que una fuerza maligna impidiese despertar a las gentes.
Esto me
suena a injusticia, etc. ...
Procuraré
daros una respuesta.
La
versión de Mateo llama 'el malo' a lo que la de Lucas 'el diablo'; y en la
parábola se dice que son las aves quienes
se comen la semilla.
Como ya
lo hemos visto, estas aves representan pensamientos errados, pensamientos
defectuosos o, sencillamente, una mala manera de pensar.
Si un
hombre piensa erradamente, ¿cómo podría entender la enseñanza esotérica?
El
diablo es él mismo.
Él es
el malo.
Cambiemos
la idea del diablo o del malo por la idea de maquinalidad.
Si el
hombre piensa maquinalmente no puede captar las ideas esotéricas.
En el
aspecto maquinal del hombre, las aves devoran las semillas, las destruyen.
Todo
estriba en mantener lo esotérico fuera del alcance de los pensamientos
maquinales.
Todo
consiste en valorizarlo, en hacerlo sagrado, o sea en atesorarlo como algo muy
especial, muy santo.
Este es
el significado de la palabra "santificar".
De otro
modo cae donde no debería caer, las aves lo devoran o bien alguien lo huella,
lo pisotea.
Pero
entendamos que este hollar ocurre
en nuestra propia mente.
Es
preciso pensar conscientemente acerca de lo esotérico, ser consciente cuando se
piensa en ello.
No se
puede pensar en lo esotérico todo el tiempo, permanentemente, sobre todo al
comienzo; pero de ninguna manera se ha de pensar maquinal, negativamente, etc.
Sin
embargo, en el hombre existen ciertas fuerzas que le sujetan a sus hábitos, a
su maquinalidad.
Se le
prenden, se prenden a su humanidad y le retienen haciéndole obrar, decir y
pensar las mismas cosas, una y otra vez.
Como
una ronda.
Esta es
la razón por la que es indispensable que las ideas esotéricas sean más fuertes,
más poderosas que las del mundo.
El
hombre ha de hacerlas más fuertes en sí mismo.
De otro
modo, la presión del mundo, de lo maquinal lo retendrá en un nivel literal,
natural, apoyado en los sentidos, de modo que oyéndolas, rechazará las ideas
esotéricas y pensará mal de ellas; sospechará de las ideas esotéricas, se hará
ciego y sordo, etc.
Intentad
hablar con otros acerca del esoterismo y pronto veréis cómo las aves devoran la
simiente.
Y si
sois tan románticos que pensáis que las gentes son incapaces de pensar mal y
que jamás lo hacen, solamente os diré que aún no os habéis observado a vosotros
mismos con sinceridad, ni os habéis dado plena cuenta de lo que vosotros mismos
sois capaces de hacer.
Maurice
Nicoll
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